Es difícil definir esta actividad, ni es una arista, ni es una escalada propiamente dicha. La morfología es de arista, pero la progresión y la dificultad es más de una escalada.

Lo que no es difícil de definir es el disfrute, tanto de los sentidos, con los colores del otoño, como de una muy buena y completa jornada de montaña.

Fresnos, arces, encinas y pinos en la cara Norte del Puig Campana.

Quedamos en Finestrat bien prontito, el día es corto y hay que aprovecharlo. Con un solo coche nos vamos al aparcamiento del Mas de Oficial, donde se acaba el asfalto. Y de aquí, mochila a la espalda y a caminar. El frío se combate con una buena subida, pasando por el refugio «J. M. Vera» del CEA y el Coll del Pouet. Una vez en la senda de subida al Puig ascendemos bien atentos para acceder al inicio de la arista.

Un poco de agua y comida, nos equipamos, y a la faena!!

Un par de largos nos sitúan en el filo. Todo el recorrido está bien marcado por puentes de roca y algún parabolt suelto.


Los primeros parabolts que nos encontramos están un poco desacertadamente elegidos ya que el anclaje es bricomatado y las chapas inoxidables,con el problema de corrosión que esto trae consigo.

Bolt bricomatado con chapa inox.

En la arandela se puede ver la corrosión entre los dos materiales, lo peor es lo que no se ve!!!


Seguimos con travesías, rapeles, bonitas fisuras y diedros, tramos de afilada arista y algún paso curioso para pasar de un bloque a otro.

Y al mirar atrás, el Cabal con sus desafiantes Placas del Eco, la cumbre del Ponoig con el Tozal asomando por debajo y la arista de la Sierra de Bernia al fondo.

Tras unas horas de actividad llegamos al collado donde teóricamente se acaba la arista, tanto en las reseñas de «23 Crestas y Aristas de la Comunidad Valenciana» como en mis anteriores repeticiones. Desde aquí con una travesía por la pedrera, no muy larga, tenemos acceso a la senda de subida al Puig, y desde allí decidir si subimos a la cumbre o nos bajamos a celebrar a Finestrat.

Pero nosotros teníamos ganas de más fiesta y un after justo delante. Decisión clara, vamos a investigar qué hay de aquí al Pic Prim, cumbre secundaria del Puig campana.

Comemos y bebemos un poco y a por la primera gran aguja que tenemos delante, la Agulla Candela.

Que gusto escalar sin croquis, sin información. Solamente con ganas de llegar más arriba y ver qué nos depararán los siguientes metros que tenemos delante… 

Un primer largo de unos 30m, que encontraremos por un bien visible cordino blanco colgando de una chapa, da acceso a esta aguja. Al loro con este largo, no es para escalar en zapatillas, la resbaladiza y blanca roca norte se junta con un tramo  escaso de canto que por suerte está protegido con tres chapas. Unas fisuras nos llevan a un puente de roca y de este en diagonal a derechas a la reunión (equipada para rapelar).

Desde esta reunión y dependiendo de la longitud de cuerda que llevemos podemos alcanzar la cumbre de la aguja en uno o dos largos de terreno de aventura total. Ningún rastro de nada, nuestra intuición nos guiará por fisuras, diedros y canales hasta el punto más alto, donde una gruesa sabina nos permite montar una reunión lo suficientemente sólida. Dejamos bien marcada la cumbre, para que no haya dudas.

Desde la sabina una travesía de unos quince metros por una afilada arista y encontramos un rapel bastante escondido detrás de un bloque. Este rapel nos lleva a un caos de bloques.

Y desde aquí, atravesando el caos con tendencia a la izquierda cojemos la arista que nos lleva en dirección al Pic Prim. Algún clavo marca al principio el camino, pero siempre por terreno sencillo.

Tras alcanzar la cumbre debemos desandar el camino hasta un colladito que descenderemos hasta el gran collado que separa las dos cumbres del Puig y ya muy bien marcado con carteles.

Una estupenda jornada de montaña, de amigos, de conversación y de una completísima actividad.